lunes, 27 de julio de 2009

El universo de Paul Gauguin








Paul Gauguin nació en París, pero vivió sus primeros seis años en Perú -de 1849 a 1854-, pues su madre, viuda, estaba emparentada con una importante familia limeña de origen español.
El pintor jamás olvidaría la infancia pasada en el lujoso palacio de Lima, y poco antes de morir hablaba con frecuencia de ir a España, la cuna de sus antepasados.
El deseo de conocer otras tierras fue en él una constante. En su juventud recorrió el
mundo como piloto de un mercante, aunque luego terminaría asentándose como próspero agente de cambio y bolsa en París, casado con una danesa y padre de cinco hijos.
Aficionado al arte y coleccionista (poseía obras de Manet, Cézanne, etc.), la pintura se fue convirtiendo cada vez más en su pasión central. Discípulo del pintor impresionista Camille Pissarro, Gauguin fue invitado a participar en las exposiciones del grupo a principios de 1879. En 1883, con 35 años, dejó definitivamente su profesión para dedicarse de lleno a la pintura: el resto de su vida será un continuo
abandono de familia, patria, amigos, comodidades y de todo aquello que no fuese su gran obsesión.
La penuria económica le hizo abandonar París en 1886 y marcharse a Pont-Aven, un pueblecito de la Bretaña francesa muy frecuentado por artistas nacionales y foráneos que iban en busca de pintores. Allí conoció a Emile Bemard, un joven pintor que habría de convertirse en el interlocutor idóneo de sus reflexiones artísticas.
"Gauguin y Bernard hablan ahora de pintar como niños", escribió Van Gogh a su hermano. Sin embargo, ese intento de pintar como niños tenía poco de ingenuo. Gauguin y su amigo estaban muy lejos del primitivismo conmovedor del Aduanero Rousseau.

Su pintura era fruto de largos razonamientos, un intento consciente de simplificar las
formas y el color en aras de una expresión más vigorosa.

Su primera incursión en el exotismo la tuvo en 1887. En abril de ese año se marchó
con su amigo Laval a Panamá, donde trabajó en la perforación del canal, se enferma de disentería y paludismo.
Trás muchas peripecias consiguieron instalarse en La Martinica, donde Gauguin
pintó los primeros paisajes que manifiestan de una manera clara lo que sería su
estilo característico. La enfermedad le obliga a repatriarse en noviembre de 1887, ya su vuelta a París conoce a los hermanos Van Gogh, Vincent y Theo. Vincent sintió un entusiasmo inmediato por la obra de Gauguin, al igual que su hermano, marchante de arte en una galería parisina.

Theo se convirtió de hecho en el representante de Gauguin, y durante un tiempo le
dió al pintor la ansiada estabilidad económica que tanto necesitaba. Los episodios de Arles, donde Gauguin pasó dos meses con Vincent, no hubo entendimiento entre ambos ni en lo humano ni en lo profesional, sobre todo por parte de Gauguin. "es extraño -escribiría éste a Bernard-, Vincent encuentra aquí inspiración para pintar como Daumier, mientras que yo, por el contrario, encuentro una combinación del arte japonés con un Puvis lleno de color".

En 1889, después de seis años como artista profesional, está sin dinero, ha vendido su colección de pinturas impresionistas y apenas vende sus pinturas.
Para conseguir clientes organizó con Bernard y otros artistas jóvenes una exposición en el Café Volpinf de París. Esta fue la primera muestra pública del "Groupe impressionniste et Synthétiste" que, desgraciadamente, llamó muy poco la atención. Hastiado de todo, Gauguin decidió irse lo más lejos posible de Francia, a Tahití. Con el fin de reunir dinero para el viaje organiza una subasta pública de sus obras: La venta tuvo un éxito moderado, pero entre los compradores se encontraba
Degas, que adquirió La bella Angela. De especial importancia fueron las críticas publicadas con tal motivo, pues establecieron la relación entre las ideas de Gauguin y las de los escritores simbolistas -Mallarmé entre otros-, que lo consagrarían como líder pictórico del movimiento.

Excepto un interludio en Francia de 1893 a principios de 1895, Gauguin pasó el resto de su vida en Tahití y en las islas Marquesas, donde moriría en 1903. Su empeño por encontrar equivalentes plásticos a los misterios de las islas se tradujo en complicadas composiciones en las que cada detalle tiene un significado preciso. Este es el caso de Manao Tupapaú (El espíritu de la muerte vigila, 1892), una de sus obras más importantes.

Basándose en elementos del folclore de la isla, obsesionado por las cosas que observaba pero intentando ir más allá de ellas, Gauguin crea un vocabulario personal de colores y líneas, un estilo complejo que compone un simbolismo pictórico de nuevo cuño.
Cuando Gauguin murió en las lejanas islas Marquesas, pocos se dieron cuenta del alcance de su obra. Entre ellos se encontraba el poeta simbolista Charles Morice, que había colaborado en la publicación del primer manuscrito de Noa-Noa -uno de los libros de Gauguin sobre Tahití-. Sus artículos movieron a los patrocinadores del recién fundado "Salon d'Automne" a organizar en 1906 una retrospectiva del pintor. La coincidencia de dicha muestra con la primera exposición de los fauves dió pié a la
influencia de Gauguin sobre toda una nueva generación de artistas. Desde los lejanos Mares de Sur, Gauguin había sentado las bases de un estilo nuevo, vigoroso y original que traspasaría su época
.





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Vincet Van Gogh pintando girasoles, 1888

Paul Gauguin (ciudadano del universo 1848-1903)
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