miércoles, 9 de septiembre de 2009

Julio Cortázar y su gato Teodoro W. Adorno

Julio CortázarImage by Nney via Flickr


...una puerta quedó entornada con dignidad para no ofender orgullos,

y un rato después la mancha negra empezó a dibujar su espiral cautelosa

sobre las baldosas rojas del líving, buscó una alfombrita cerca de la chimenea,

y yo que leía a Paco Urondo escuché por ahí el primer mensaje de la alianza,

un ronroneo confianzudo, entrega de cola estirada y sueño entre amigos.

A los dos días me dejó que lo cepillara, a la semana le curé las mataduras

con azufre y aceite; todo ese verano vino de mañana y de noche, jamás aceptó

quedarse a dormir en la casa, qué te crees, y nosotros no insistimos

porque ya pronto nos volveríamos a París y no podíamos llevarlo con nosotros,

los gitanos y los traductores internacionales no tienen gatos, un gato es territorio fijo,

límite armonioso; un gato no viaja, su órbita es lenta y pequeña,

va de una mata a una silla, de un zaguán a un cantero de pensamientos;

su dibujo es pausado como el de Matisse, gato de la pintura, jamás Jackson Pollock o Appel...
Fragmento de "Ultimo Round" (1969)

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