jueves, 10 de septiembre de 2009

El mundo de Francisco Luis Bernárdez

Viento VersalImage by Yo Mostro via Flickr

Nació en Buenos Aires, el 5 de octubre de 1900. Hijo de padres españoles, viajó a los veinte años, a la patria de sus ancestros. Allí ejerció el periodismo en Vigo, como redactor de “Pueblo gallego”, donde se relacionó con figuras como Valle Inclán, los hermanos Machado y Juan Ramón Jiménez.

Retornó a su país natal, donde desempeñó actividades literarias en la Revista “Martín Fierro”, e integró, desde 1928, el grupo de la revista “Criterio”.

En 1925, vio la luz su obra “Alcántara”, año en que lo galardonan con el tercer premio del concurso literario de la Municipalidad de Buenos Aires. En esta época funda la revista “Libra”, en colaboración con Leopoldo Marechal.

Integró, junto a notables figuras, como Jorge Luis Borges, Ricardo Güiraldes y Conrado Nalé Roxlo, entre otros, el grupo “Florida”, perteneciente a la corriente del ultraísmo.

Una larga enfermedad le obliga a guardar reposo a partir de 1930, y recién en 1935, se conoce otro de sus poemas: “El Buque”, de carácter intimista. A partir de entonces, su obra es sumamente prolífica, destacándose: “Cielo sin tierra” (1937), “La ciudad sin Laura” (inspirado en su esposa, y escrito en 1938); “Poemas elementales” (1942), “Poemas de carne y hueso” (1943), “El Ruiseñor” (1945), “Las estrellas” (1947), “El ángel de la guarda” (1949), “Poemas Nacionales” (1949), “La flor” (1951), “El arca” (1954) y “Poemas de cada día” (1963).

En 1978, fallece en el mismo país que lo vio nacer, dejando una vasta obra cultural desarrollada desde sus escritos literarios, funciones públicas y como agregado en el Servicio Exterior.

La palabra

En cada ser, en cada cosa, en cada
palpitación, en cada voz que siento
espero que me sea revelada
esa palabra de que estoy sediento.

Aguardo a que la diga el firmamento,
pero su boca inmensa está callada;
la busco por el mar y por el viento,
pero el viento y el mar no dicen nada.

Hasta los picos de los ruiseñores
y las puertas cerradas de las flores
me niegan lo que quiero conocer.

Sólo en mi corazón oigo un sonido
que acaso tenga un vago parecido
con lo que esa palabra puede ser.

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